Es una disciplina cuyo objetivo es la integración psicofísica y que basa su metodología en la sensibilización, la propiocepción, el movimiento, el juego y la palabra.  Postula una mirada integradora del ser humano en sus tres áreas, cuerpo, mente y mundo externo y reconoce el desarrollo de la percepción, el movimiento y la reflexión, como complementarios para el autoconocimiento y el desarrollo de los vínculos interpersonales.

En un clima de respeto y concentración, se propicia la exploración de los espacios interiores del cuerpo y sus límites. En una segunda instancia, el movimiento, la expresión y su manifestación simbólica apuntan a la relación consigo mismo y con los demás.  La auto observación de lo que se experimenta en el cuerpo, se integra al pensamiento y a la experiencia del mundo circundante.  El resultado es la toma de conciencia significativa y el reconocimiento de lo propio.  El diseño de los caminos para el encuentro de lo propio con el mundo, hacia un todo satisfactorio y pleno es parte de lo que entendemos que es el sentido de la vida.

La metodología se basa en la auto-observación, la exploración a través de los sentidos, los movimientos en el espacio, las experiencias lúdicas, trabajos con objetos, máscaras y personajes, apoyados por recursos literarios y plásticos. En el juego y el contacto con el grupo se revela un espacio de comunicación entre los mundos interno y externo, donde se reconocen los condicionamientos y hábitos mecánicos-defensivo, abriéndose así a nuevas respuestas y posibilidades más auténticas de ser y de relacionarse que otorgan una vivencia de libertad y valoración. Es una aproximación biopsicosocioespiritual.

Convergen en esta disciplina los estudios de Joseph Zinker, Eugene Gendlin, James Kepner, Gerda Alexander y Jacob Moreno